lunes, 27 de octubre de 2008

LA PROBLEMÁTICA DE LA IDENTIDAD Y LA EDUCACIÓN

LA PROBLEMÁTICA DE LA IDENTIDAD Y LA EDUCACIÓN
(Borrador de ensayo)

Para entender la dimensión y trascendencia de la identidad peruana y la educación, hay que analizarlo desde la necesidad de construir un país sólido y progresista, partiendo del desarrollo de una cultura y modernidad, valiéndose del sistema educativo propio.
Haciendo un breve repaso histórico desde la independencia política con el imperio español en el siglo XIX, se pretendió integrar al país y hacerlo progresar pero estaba presente un gran obstáculo a principio de este siglo y fue la marginación cultural que fueron víctimas los indígenas en las escuelas. Un ejemplo de ello es que a pesar de la aparición de escuelas en donde se buscaría la integración social, pero se entendió como una occidentalización. La propuesta del sistema educativo relacionaba el atraso con la cultura andina, de manera que el progreso aparecía como ruptura: renuncia de lo andino y la asunción de lo occidental.
La integración de la sociedad peruana, el sentimiento de solidaridad, sería resultado de homogenizar la cultura de todos en torno a lo “criollo moderno”, la cultura del grupo “blanco - peruano”. Gonzalo Portocarrero (1992)
A fines del siglo XVIII, el Perú tenía una población donde el 60% era predominantemente indígena, 22% mestizos, 5% de negros y un 13% descendientes de europeos, quienes eran los verdaderos dueños del país, en síntesis, el Perú era un país fundamentalmente indígena, rural y andino; que aun mucho después de la independencia del Perú, con la fundación de la república se buscaría un cambio político y una revolución social, con la esperanza de la incorporación de la población indígena, pero esto no se concretó mas bien todo lo contrario, lejos de desaparecer la marginación, se podría decir q hasta se agudizó.
Intelectuales ilustrados como Francisco de Paula Gonzáles Vigil y Sebastián Lorente, fueron unos de los primeros en proponer un sistema educativo, que buscaría desarrollar en los hombres, la conciencia del ciudadano en vez de un siervo o vasallo, pero las distintas coyunturas políticas y militares, algo rutinario en la inestabilidad nacional en los primeros años de la república, provocó la discontinuidad y frustraciones de tales planteamientos en la educación peruana.
Otro caso desastroso de la “Identidad Nacional” fue durante la guerra del Guano y del Salitre, en donde, Chile una sociedad más homogénea e integrada, nos dio una lección geopolítica de su potencial nacional (entendido dentro del marco del recurso humano) de tener una misión y visión objetiva para el beneficio de su patria; en nuestro lado ocurría todo lo opuesto, un sector de la sociedad “criolla” vitalizaba los sentimientos nacionalistas, otro grupo de andinos se sometían en obediencia a un caudillo militar o a un hacendado, que en mucho de los casos eran las mismas personas, y otro sector de andinos simplemente se mantenían indiferente o al margen de todo aquello que lo comprometa frente a la guerra, ni hablar de los chinos coolies de las haciendas costeñas que vivían en la semi esclavitud. En efecto el país estaba desmembrado, por lo tanto, después de la guerra, surgió la necesidad de integrar al hombre andino a la “civilización”, por medio de la escuela, el cual hubo un consenso.
A principio del siglo XX, se inicia la fundación de escuelas primarias como parte de unas de las políticas de Estado, como reivindicación social. El salón de clase sería el espacio de creación de los sentimientos a favor de la patria y a la ves a la conciencia ciudadana, es decir la escuela se convertía en un laboratorio donde se cristalizaría “la unidad nacional”.
La escuela llevaría el mensaje de que todos los peruanos somos iguales ante la ley y que las diferencias de fortuna provienen, básicamente del mérito y la preparación, de una voluntad de progreso que la propia escuela se encargaría de formar. Un mensaje de afirmación democrática aunque etnocéntrico y hasta etnocida. El indio debería dejar de ser indígena para identificarse como peruano. Gonzalo Portocarrero (1992).
Entre los intelectuales, no podían faltar aquellos con ese tinte fascista, pseudo burguesa y racista y me refiero a Alejandro Deustua, quienes consideraban lo inútil e innecesario educar a los indígenas al considerarlas como “razas enérgicas”, es decir, sólo aptas para el trabajo duro y físico, pues la educación debería ser algo exclusivo para la elite. Por otro lado también se hallaron intelectuales como Manuel Vicente Villarán, quien impulsó la idea de la educación desde un horizonte liberal.
El Perú puede ser diferente y ello depende de la forma en que sea metabolizado el legado andino. Las actitudes hacia lo andino y lo occidental se complejizan. Las nuevas generaciones, en especial, se encuentran en una encrucijada. Su coyuntura mental puede definirse en función de los intentos de responder a las siguientes preguntas y desafíos: ¿Cómo consolidarse con lo andino, con aquello que se siempre fue despreciado?, ¿Cómo tomar distancia de lo occidental, de aquello que se nos enseñó a admirar sin reservas?. En definitiva: ¿Cómo ser modernos sin dejar de ser lo que somos?.
Las respuestas varían obviamente desde diversos puntos de vista. Seguramente aún existen personas que rechazan todo lo andino pues lo considera caduco, atraso, etc. y que esta llamado a desaparecer, quedando como una mera nostalgia de la historia y en las salas de museos (obviamente esto no sucederá). En el lado opuesto de este punto de vista se hallarían aquellos que mantienen una posición más emocional de idealizar el pasado y el presente, asociándolo con los valores de la colectividad, el respeto a la naturaleza, la honradez y el amor al trabajo; más bien lo occidental es visto como sinónimo de individualismo, alineación, destrucción del medio ambiente, etc. Pero entre ambas posiciones se encuentra una tercera, que esta en un proceso creciente pues se caracteriza por la aceptación y apuesta por una modernidad que no destruya lo tradicional, es decir, una posición de consenso del cual de puede construir la definición de identidad nacional; el equilibrio entre lo tradicional y lo contemporáneo en un especie de un imparable dualismo dialéctico, que se expresan en el día a día en los distintos elementos culturales de la cotidianidad peruana.
Finalmente, la educación del Perú debe apuntar a la construcción de un “nosotros diversos” con igualdad social, equidad de género, pluralismo e interculturalidad, recordemos la trillada frase de Ricardo Palma para la autorreflexión: “quien no tiene de inga tiene de mandinga”.

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