lunes, 16 de marzo de 2009

MENOS LÍDERES, MÁS CIUDADANOS

Constantino Carvallo Rey

"En estos años  he escuchado muchas veces afirmar que el fin de la educación es la formación de líderes, personalidades que sirvan de guías para conducir la agujereada nave peruana hacia algún puerto. Lo he oído en los jardines san isidrinos del Opus Dei y en las playas privadas de la YMCA, a los jóvenes jesuitas de los setenta y a los educadores politizados en Villa El Salvador, a los técnicos de la motivación empresarial y a los estrategas de la asociación scout. Y me ha causado siempre perplejidad, un cierto desconcierto por no saber si era una incapacidad, una ceguera sustancial, o, por el contrario, un acierto intuitivo mi resistencia a plantear la educación en esos términos. La verdad es que la palabra sola me evoca malos sentimientos, me trae el recuerdo de las tesis heideggerianas de la necesidad esencial del líder, el hombre que personaliza los fines de una sociedad y que muestra el camino que todos debemos seguir, el fuhrer.


¿Nuestro problema es la carencia de líderes? No lo creo. Más bien la nostalgia del líder, la esperanza que ponemos en los políticos, la creencia, siempre desengañada, en la capacidad absoluta del elegido, muestran el verdadero flanco débil de nuestra sociedad. No carecemos de líderes, nos faltan ciudadanos. Esperamos que el político sea perfecto, se encargue de nuestros asuntos y si falla será entonces el responsable del desacierto. Protagonista omnipresente mientras gobierna, recuerdo ingrato, culpable, cuando se ha ido. Ahora falló Fujimori, antes García, Belaúnde, Morales Bermúdez, Velazco Alvarado, otra vez Belaúnde, Odría, entre los que tengo memoria. Junto a ellos, nombres, líderes que fracasaron. Ellos son los padres de la patria, los hijos no tenemos culpa, inocentes fuimos estafados por los políticos que, sin embargo, nosotros mismos ayudamos a poner en el poder público. Y es que hasta ahora no creemos en la voluntad general de los pueblos ni que el poder emana de allí. No nos hacemos cargo de nuestra sociedad porque no somos ciudadanos sino huéspedes de una gran ciudad que no sentimos como comunidad.


Lo que nos falta es ciudadanía, el gran objetivo de la educación de la ilustración: personas individuales que piensan con su propia cabeza y se hacen cargo de los asuntos que pueden afectarlos y de las consecuencias de las decisiones que toman en común. Quizá si tuviéramos más ciudadanos el poder no se concentraría de manera tan absoluta en un puñado de gobernantes a quienes contemplamos todos por las noches en la televisión.


Tendríamos entonces que reflexionar sobre esa educación que forma ciudadanos pues sin ciudadanos no tenemos posibilidad alguna de fundar una democracia. Sin ciudadanos, sin hombres y mujeres capaces de defender sus derechos y de actuar solidariamente en torno a una voluntad común, resulta imposible una forma de gobierno que se sostiene en esa voluntad común, que legitima el poder que surge del diálogo razonable de las expectativas y anhelos individuales. Sin ciudadanos tenemos guerras y líderes.


Lamentablemente tenemos una idea distorsionada de la educación que forma ciudadanos".


COMENTARIO: Coincidiendo con la reflexión del respetable Constantino Carvallo, no es posible construir un país con bases realmente democráticas, si no se trabaja profundamente en la formación ciudadana en la educación nacional, pero no como un saludo a la bandera con el diseño curricular nacional, donde se limita a desarrollar capacidades integramente cognitivas y que carece de la integralidad de la formación con la praxis social, es alli donde se marca la diferencia en el desarrollo de un ciudadano preprarado para la transformación social desde la comunidad hacia el país. NOS FALTA MÁS CIUDADANOS... NO HAY DUDA DE ELLO.

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