sábado, 29 de noviembre de 2008

¿FE = CIENCIA?

¿FE = CIENCIA?

Para el ser humano, en todas las épocas, ha constituido un afán constante el intentar comprender el mundo que le rodea y las normas o leyes a las que está sometido. Simultáneamente fue construyendo y divulgando una imagen de Dios que fuese compatible, en cada momento, con la concepción del mundo existente. Ello ha producido unas complejas relaciones entre la ciencia y la religión ¿Conflicto e incompatibilidad? ¿Posturas incomprendidas, más que antagónicas? ¿Visiones complementarias? Es imposible realizar un análisis del problema, siquiera de forma somera. En estas líneas que me atrevo a escribir, me limitaré a relatar el modo en que las grandes transformaciones científicas han repercutido profundamente en los cambios realizados por la humanidad respecto a la imagen de Dios.

La fe no es un concepto científico, pero siempre interesa a los hombres de ciencia porque muchas veces parece contraponerse a su ocupación. Esto se debe a que ambos tienen que ver, en cierta forma, con una concepción del mundo, pero genera dos actitudes diferentes, la ciencia no acepta como verdad algo que no ha sido comprobado, mientras el que tiene fe busca respuestas un tanto filosóficas para creer.

Terminando las querellas por probar su existencia con este o aquel irrebatible argumento, los hombres de fe exponiendo premisas que son susurrados al oído por una voz divina, enfrentan la torva amenaza de la pujante ciencia occidental. Fue la terrible época de aquellos gritos destemplados de cuanto descreído y ateo atravesaba por las aulas de anatomía. «He hundido mi escalpelo en cientos de cuerpos y no he visto jamás alma alguna» llegó a exclamar, en el colmo de la irreverencia y la provocación, un galeno cualquiera, ensoberbecido por el aura científica.
Cambian los tiempos. Einstein en tesitura semejante se limitó a observar que no podía aceptar que Dios hubiera concebido el mundo cual juego de azar, con lo que, legitima al Creador desde la cumbre de la relatividad.
Pero yo, me pregunto ¿Cuál es la cuestión de fondo? o ¿Cuáles son la preguntas correctas que debemos hacernos para llegar a una respuesta que tiende a una explicación que tranquilice nuestra mente por lo menos unos lustros?.
El problema no está en hacernos preguntas, sino en que, puestos a hurgar, con malévolas dudas racionales, se haga la más inocente pregunta: ¿Qué significa «existencia»? Porque si decimos que «existen» los números, «existió» Bolívar y «existen» estas letras que estamos leyendo, también podemos decir que «existe» Dios. Y el estante y los mares y todo lo que nuestros ojos pueden contemplar y el sistema monetario. Hay quien piensa que es una imperdonable irreverencia, por no decir blasfemia, comparar a Dios con un billete de banco, por ejemplo puedo imaginar que un pobre maestro enseña la numeración de los billetes: hay de diez, de veinte, de cincuenta, diciendo sin detenerse, de cien y, temblándole la voz, dicen que hay de doscientos, mientras eleva los ojos al techo de una miserable escuelita en un lugar muy lejano de nuestro “adorable y muy rico país con un crecimiento económico que sorprende a cualquiera, tanto ricos como pobres” -creo que más a los pobres-.

Este tema, que ya lleva más de 2390 años desde los tiempos de Aristóteles pasando por Copérnico, continuando por Galileo quien era arremetido por la Iglesia Católica Romana por hacer una ruptura con las sentadas ideas aristotélicas, es colosal para un estudiante de ciencias y un aprendiz de teología. Y para ya no cansarlos con mi antología de ideas sin sentido o preguntas inocentes, solo puedo decir: creo que nunca puede mezclarse la fe con la ciencia. Para analizar científicamente algún objeto uno debe despojarse de la fe, comprobar toda hipótesis usando métodos disciplinados de la ciencia.

Angel Morales
angelo9806@hotmail.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente post... por supuesto que la fe se basa en puras conveniencias humanas y biológicas, la ciencia debe ocupar de una vez por todas el lugar de dios.

Por cierto, su blog me parecio muy interesante, ya pertenece a mis favoritos!

Saludos,

Orlando.